miércoles, 15 de agosto de 2012

El equipo Alphiño Parte 1

No te apetece leer, ¿eh? Aqui en versión AUDIOLIBRO
 
     ¡Bum,bum,bum! Pablo corría sin mirar atrás, sin pensar. No quería saber lo que estaba realmente pasando. Él nunca había escuchado nada parecido, se estaba quedando sordo. Notaba que la explosión se acercaba, así que soltó el rifle y su mochila y siguió corriendo hasta que se pudo refugiar tras el muro en el que se encontraba con el resto de su equipo. Era un chico alto, con gafas, bastante pacífico y de género alocado al que le gustaba la marcha, parecido a su compañero el cabo Jorge, a excepción de las gafas.
     -¡Qué cojones, otro rifle a la mierda joder! Pues ahora vas con cuchillo, ¡payaso! -Dijo su compañero Carlos, un hombre conocido por sus numerosos tacos, pues el número de palabrotas que salían de su boca por minutos era mayor que las veces que pestañeaba. También era conocido como el kamicace del equipo.
     - Buen trabajo Pablo, pero no hemos completado aún la misión. Todavía hay que revisar el perímetro de manera que no te relajes. - Le hablaba su Sargento, Mahou. Y, ¿por qué Mahou? os preguntareis. En realidad, era un mote que se puso de joven, nadie conocía su verdadero nombre, era un hombre alto y un poco extraño, con el sentido del humor un poco pasado de moda.
     Siguiendo la historia, Espasa un sanitario cuyo verdadero nombre no lo sabía nadie. Bueno, si, pero estaban todos muertos, se le acercó para curarle las pequeñas heridas que se habia hecho durante la operación. Espasa era un joven con tendencia a la piromanía, amante de las explosiones. Se pasó casi todo el periodo de prácticas volando bombas utilizando vehiculos y antiguos misiles de guerra que ya no se usaban. (Por eso existen pocos museos de guerra en la actualidad). Éste gastó casi todo el material desfasado que ya no se usaba en sus practicas.

     Esta era la primera operación que realizaba este pequeño equipo formado por: Mahou, Espasa, Jorge, Pablo y Carlos. El equipo Alphiño. Puede parecer cutre, ¿verdad? Los nombres típicos suelen ser algo tipo ¨alpha¨ solo que quise implantarle una “ñ” como símbolo español.
Como estaba contando, esta fue la primera operación de esta patrulla española destinada a Cuba, trataba de volar en pedazos un alamcén de explosivos de un grupo de terroristas. Resultaba que Espasa fabricaba las mejores bombas compactas en todo el ejercito, por eso se les encomendó esta misión.
     - Joder, la próxima vez procura poner la puta cuenta atrás de los cojones algo mas alargada de tiempo – dijo Carlos desde la ametralladora del lince.
     – Ya, bueno, me gustan las emociones fuertes – contestó Espasa 
     –Y mis oídos sordos, ¿verdad? – dijo Pablo un poco fastidiado por la explosión.
     Camino al cuartel general, había un silencio cansado y algo incomodo.
Entonces Jorge comenzó otra vez a meterse con la madre de Pablo, al igual que Pablo le contestaba hablando de la suya. Era algo muy típico entre el equipo. lo llamaban “pelea de madres”.
Cuando llegaron al cuartel se encontraron con el otro equipo español destinados en Cuba formados por el Sgto. Eduardo, y los cabos Alberto, David, Laguía y Liebana que acababan de regresar de una misión de reconozimiento.
     -¡Di teja! -Dijo el Cabo Liebana a Espasa.
     Entonces Carlos le cojio del cuello de la chaqueta y le dijo
     -Suelta otra de tus paridas y te juro que...
     Liebana le cortó y dijo:
     -¡TEJÓN!
Entonces ambos equipos le encerraron en el baño durante un rato. Era algo típico desde que se conocieron, Liebana era un chico un poco descontrolado al que le gustaba decir montón de estupideces. Es como cuando alguien se excita, o se le antoja algo durante un rato. A él le pasaba con los chistes malos.

Aun dentro del baño a Liebana no se le pasaba la mentalidad estúpida. Se reía a la vez que sus compañeros empujaban la puerta de la cabina en la que se había encerrado y parecía negarse a abandonar su boba mentalidad. Durante el forcejeo, con su misma aptitud dijo:
     -¡Pues di piña!- entonces Carlos abrió la puerta y le volvió a coger de la chaqueta
     - ¡Dí otra estupidez y…!
     Entonces el le corto parafraseando a Forest Gump:
     -¡Las estupideces las dicen los estupidos!
     Le volvieron a encerrar en el baño y no salió hasta la hora de la cena. 

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